Sentado frente al mar todo puede ocurrir, una puesta de sol, un sueño donde ir, unas voces que hablan sin saber que decir.
De mi, de mis mañanas , de mi rutina vespertina, de pensar o de dormir, de lo que escribo o lo que dejo de escribir, de mi sonrisa, de mis prisas.
De las miradas que gane y la mirada que perdí, de mi forma de sentir, suicidando el corazon cuando empieza a latir, de todo lo que puedo hacer cuando no soy porque no fui , de prender los bosques en que me pierdo y verlos arder, de mi anochecer, de mi hoy y de mi ayer.
De mi, del donde me debo quedar, de los sitios en los que no puedo estar porque no son para mi, de mi poca cultura, de verlo claro solo cuando me quedo a oscuras, para lo que sirvo, para lo que no puedo servir, de dejar para septiembre alguna asignatura por si me apetece repetir, de saber cuando me tengo que ir, de pensar que no estuvo mal aunque nunca llegó a ocurrir.
De los senderos que elijo cuando no puedo elegir y el silencio que persigue cada nada más que decir.
Y todo un Mundo por recorrer tras el horizonte que habita en mi.